Por Manuel Enríquez
Cada vez son menos los seres humanos que destinan tiempo para reflexionar sobre lo que la vida de Jesucristo ha representado y representa en la tierra; ni siquiera en “semana santa” lo hacemos.
Pero, eso sí, dedicamos estos días, casi por completo, a la banalidad, al consumismo, a beber, al derroche, a la gula y, por qué no decirlo. al destrampe en cuerpo y alma al fin de cuentas la semana santa la tenemos categorizada como vacaciones. Son vacaciones, punto, y nada más.
Pero, lejos de significar la síntesis del desenfreno, representa una fecha histórica llena de simbolismo religioso, filosófico y hasta ideológico.
La semana santa es esperanza de redención. Es recordar y venerar el martirio de una persona que se sacrifica por la salvación de cada uno de los seres humanos.
Crucifixión de Cristo
La crucifixión de Cristo, en especial, resulta ser uno de los momentos más dramáticos y dolorosos de Jesús y de la historia de la humanidad y, por lo mismo, es fuente de inspiración para escritores, escultores, pintores, arquitectos, sacerdotes, y personas en general.
Las bellas artes encuentran en la vida cristiana ,como ocurre con otras religiones, gran fuente de inspiración.
La crucifixión comenzó ha representarse precisamente cuando se fue olvidando que ese método de castigo de aquel tiempo era para gente mala, es así cómo pintores, escultores, escritores y arquitectos comienzan a trabajar en representarla de distintos modos
En el siglo III d.C., fue encontrado un dibujo en un grafito cerca del Monte de Palatino en Roma, en el que, a modo de burla, se representa a un asno en la Cruz. Obvio en burda burla de la fe cristiana aunque también se dice que a los malechores los castigaban en la Cruz colocándoles también una máscara de animal.
En la edad media, Cristo ya era representado en la Cruz, vivo o muerto, pero siempre con un gesto sereno. Siempre estuvo sereno hasta el día de su muerte, hasta la fecha lo representan así (lo que contradice la teoría del filósofo Kierkergard, quién afirma que los seres humanos estamos condenados a la angustia desde el momento (pecado original) en qué tenemos libre albedrío. Y Cristo ejerció a plenitud su libertad de escoger su camino y nunca estuvo angustiado)
Es hasta el Trecento de Italia, con Giotto, el pre renacentista más influyente, cuando las proporciones y la geometría arquitectónica, comienza a predominar en la veneración a Cristo. Y se incluyen en la crucifixión escenografías espectaculares y con muchos personajes en el entorno.
Casi todos los grandes pintores representan a Jesucristo en la Cruz (Rafael, da Vinci, Miguel Ángel). Uno de los más espectaculares es el de Velázquez que está en el Museo del Prado.
Otras grandes representaciones las tenemos en el Arte Moderno, con Picasso, por ejemplo:
Y no se puede pasar por alto al gran maestro de la pintura mexicana Rufino Tamayo, quien también hizo su Jesucristo en la Cruz de una manera no sólo sublime sino también sin dejar pasar la visión prehispánica en la religión que vino a imponerse con violencia. Su Cristo en la Cruz revela la mirada fija como característica del arte mesoamericano al igual que el trazo que de alguna manera invoca también a esa civilización milenaria cuyo epicentro se registra en México.
Recordemos que Tamayo traía una gran influencia europea en su estilo que dejó entrever en sus obras sin perder la identidad mexicana. Esto no se lo perdonaron Orozco, Siqueiros ni Diego Rivera.
Naturalmente el surrealismo no quedó exento de representar a Cristo y otro que lo trazó magistralmente fue Salvador Dalí cutaa obra, Cristo en la Cruz, la representa como si fuera la perspectiva que Dios tuvo de ese preciso momento del martirio, aunque él aclara que su intención fue destacar la belleza de Jesucristo.
De modo que hasta la fecha la crucifixión ha sido y seguramente seguirá representándose de maneras distintas y casi impredecibles como por ejemplo, por último, la vinculación de los campos de colores de Rothko, en especial el número 5 con la crucifixión de Giotto.
O la famosa capilla de Rothko que mandó a construir, en abstracto y muy imaginativo, dónde plantea una experiencia muy personal de conexión con el creador y el universo.
Como dice Umberto Eco en su “Historia de la Belleza” sobre el arte abstracto:
“Rebelándose contra la dependencia tanto de la naturaleza como de la vida cotidiana, el arte abstracto nos ha propuesto formas puras…. en contra de la sensibilidad común, en contra de la idea que el hombre corriente tiene de la belleza” (Lumen, p. 417,décima edición, impreso en Croacia por Balcón S.R.L.)