Ahora no es una sino dos concesiones las que están severamente cuestionadas.
El desastre cometido por la empresa PIMSA, se suma al desacato a que se rescinda el contrato de concesión a Aguakán.
En la contingencia por la basura, ya se dijo muy claro que la concesionaria, es decir PIMSA, operó mal el denominado Centro Integral de Manejo de Residuos Sólidos (CIMRS), de la parcela 196, el cual se saturó en la mitad del tiempo programado.
Y se rebosó simplemente porque se incumplió en el aprovechamiento de los desechos reciclables y en la compactación de la basura.
Esta concesión a PIMSA (que forma parte del consorcio del Grupo Sipse) fue aprobada por U-N-A N-I M-I D A D por el Ayuntamiento 2011-2013 y por la XIII Legislatura.
Aguakán y PIMSA tienen en común que, una vez otorgadas las concesiones, nadie, pero nadie (empezando por Siresol y pasando por SEMA) se encargó “de ver” que cumplan.
Ambas concesiones fallaron.
A final de cuentas, los ciudadanos terminan siendo víctimas de las concesiones, que se supone serían la varita mágica para solucionar la prestación de servicios municipales.
Otra tarea más para la 4T caribeña, a la que se le están acumulando los desastres del pasado pero de un pasado que es reciente.