POR: Gilberto Avilez
Hace unas semanas se supo en Yucatán que el candidato del PAN, Renán Barrera Concha, será el que abandere también a los priístas de ese estado, o los vestigios arqueológicos de un PRI yucateco que, como el PRI nacional, ha sido casi barrido por los rescoldos del meteorito morenista del 2018. Es decir, por la aún inmanencia magnética del Amloismo.
A ojos de los conocedores de la política en Yucatán, esta coyuntural relación PRI-PAN yucateco hacia la gubernatura de 2024, es vista como si se tratara del más vil matrimonio por conveniencia, de un maridaje contra natura, o de querer mezclar el agua con el aceite. Y es que durante más de la mitad del siglo XX en Yucatán, a partir de la fundación del Panismo en 1939, el Pan yucateco representó, frente al partido hegemónico priista, la lucha por la democracia, cuyo bastión se estructuró en Mérida para de ahí pasar, en una escala sostenida, hacía los pueblos del interior.
El hito mayor de esa presencia panista en Yucatán se dio a partir de 1940 con la obtención de alguna que otra diputación, hasta desembocar en el triunfo de Víctor Correa Rachó en 1967 agenciándose la presidencia municipal de Mérida. Dos años después, en 1969, Correa Rachó fue candidato a la gubernatura y todos los que han estudiado esas elecciones le dan el triunfo al panista frente al candidato priista, el periodista Carlos Loret de Mola. La victoria de Loret de Mola sólo fue posible con un descarado y monumental robo de las elecciones por parte de la acerada maquinaria priista. El caso Correa Rachó, podríamos decir que fue el primer momento de empuje y resistencia de los panistas luchando contra el mapacherío, el robo y embarazo de urnas, el ratón loco, el carrusel y otras triquiñuelas antidemocráticas de caciques priistas de Mérida y de sus pueblos (Caciques Güeros, mayas y lo que viniera).
A partir de los años 80´s, durante un lapso de 20 años, el panismo yucateco tuvo cada vez más presencia en Mérida y en otros puntos de Yucatán. En 1990 los panistas recuperan de nuevo la presidencia municipal meridana y durante casi 20 años, Mérida fue el bastión panista donde fue catapultada la primera gubernatura en el año 2001, con Patricio Patrón Laviada. En el año 2018, mientras todo el sur-sureste de México se pintaba de guinda, el solitario Yucatán resistió la seducción morenista y los votantes le dieron el triunfo al segundo gobernador panista en la historia: Mauricio Vila.
De cara a 2024, Renán Barrera Concha, ex alcalde de Mérida, es visto como un infranqueable candidato que retendría fácilmente la gubernatura, porque tal vez la laja yucateca sea impermeable a los cantos “sirenaicos” morenistas.
¿Existe una explicación histórica, psicológica, o sociológica de por que los yucatecos votan por el PAN? Esta pregunta se la hice al reconocido historiador de la prensa porfiriana de Yucatán, el Doctor Felipe Escalante Tió.
Escalante me señaló que, al parecer, el Pan en Yucatán se formó con hijos de algunos veteranos del morenismo/cantonismo: “Podemos decir que el PAN tradicional es heredero de Delio Moreno Cantón, al menos, es una vertiente, y recordemos que por otro lado Felipe Carrillo Puerto tiene su formación periodística y política en el morenismo. Un personaje relevante en el gobierno del General Cantón llega a ser fundador del PAN en Yucatán, se trata de Alfonso Pinkus Troncoso.”
Le hice el cuestionamiento siguiente al Doctor Escalante: se barajea la idea de que la idiosincrasia conservadora yucateca (su regionalismo, su tradicionalismo de raigambre católica, su enfado natural frente al centralismo mexicano) ha ayudado mucho para el arraigo del panismo. ¿Cree uted eso?
El Doctor Escalante me respondió “hay que ponerle muchos asegunes y dependes a eso de conservador. Pero también los medios que han tenido su origen en el catolicismo, entiéndase el Diario de Yucatán, han tenido mayor duración que todos los proyectos periodísticos y culturales más liberales. Tome en cuenta que Carlos R. Menéndez es el gran veterano y sobreviviente del Cantonismo/morenismo y por el Diario de Yucatán pasó todo el campo intelectual identificado con el conservadurismo en Yucatán”.
Le dije al Dr. Escalante: No solo desde el Diario de Yucatán, desde La Revista de Mérida y la Revista de Yucatán. Carlos R. Menéndez, podemos decir, fue un as y baraja completa para los grupos católicos yucatecos, ¿no es así?
El Dr. Escalante aseguró: “Carlos R. Menéndez siempre negó que el suyo, el Diario de la vida peninsular, fuera un periódico católico, pero lo era a todas luces. Y desde Alvarado se advirtió que le bastaba poner entre comillas que la información era “oficial” para descalificar la información de otros periódicos. Frente a él se estrellaron El Eco del Comercio, eventualmente La Voz de la Revolución, El Popular, el Diario del Sureste y no digamos el Por Esto!”
Conservadores, católicos, tradicionalistas o regionalistas, lo cierto es que la raigambre del panismo en Yucatán, no se entiende sin las luchas históricas en pos de la democracia, en la defensa del voto, en la concordia democrática. Y ese legado histórico, hoy se ve mancillado por una coyuntura electoral yucateca, al aceptar el panismo yucateco ir en la misma boleta por la gubernatura en 2024, al lado de las siglas del PRI, o de lo que queda del priísmo. Demasiado favor le hacen a un partido en agonía como el priísmo yucateco, cuyos gordos especímenes a nivel estatal y municipal, han saltado hacia el barco morenista, y los últimos numantinos que quedan se han vuelto comparsas del panismo que tanto vilipendiaron y escupieron. Se trata, por supuesto, de un matrimonio por conveniencia.