La historia política de Quintana Roo ha sido testigo de la decadencia gradual del Partido Revolucionario Institucional (PRI), una vez dominante en la región. A medida que el tiempo avanzaba, el partido enfrentó desafíos internos y externos que culminaron en su declive hacia la irrelevancia electoral.
Por Sergio Caballero (*)
Aunque muchos sostienen que el inicio de las reelecciones de Alejandro “Alito” Moreno, a partir de las reformas a los estatutos aprobadas este domingo, es el inicio del fin del PRI, en algunos estados este partido ya no existe.
Precisamente, uno de los estados donde el PRI está casi extinguido es Quintana Roo.
Sin embargo, la agonía del PRI-QR no comenzó con el ascenso de Morena, sino un poco antes.
En 2015, con el desquiciado Roberto Borge como gobernador, el PRI brillaba en todo su esplendor en Quintana Roo. Un año antes de la sucesión. tenía con todas las presidencias municipales del estado (priistas o verdes), así como las senadurías y diputaciones federales.
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Pero un año después, empezó la caída desenfrenada.
El inicio del fin del priismo caribeño fue en el proceso electoral de 2016, donde las partes no cumplieron los acuerdos y la sucesión terminó en ruptura. Roberto Borge quería imponer a José Luis “Chanito” Toledo y Félix González Canto sobre Mauricio Góngora, a pesar de que había un “acuerdo” para que esta vez le tocara a Carlos Joaquín González, quien contaba con el respaldo del presidente Enrique Peña Nieto.
La ruptura
Finalmente, Mauricio Góngora terminó siendo candidato del PRI tras un acuerdo con Jorge Emilio González Martínez “El Niño Verde”, dejando a Roberto Borge y “Chanito” Toledo en ridículo. Carlos Joaquín optó por romper con el PRI y terminó siendo el primer gobernador no priista de la entidad, bajo las siglas del PRD y PAN.
Junto con Carlos Joaquín, algunos liderazgos como Cristina Torres y Luis Torres Llanes también abandonaron el PRI, convirtiéndose en alcaldes de Playa del Carmen y Chetumal, respectivamente. En esta lista de rupturas destacaron tambien referentes como Miguel Ramón Martín Azueta o Jesús Pool.
Sin embargo, el PRI retuvo la mayoría de las alcaldías (incluyendo Cancún, en alianza con el Partido Verde) y sobrevivió con figuras del felixismo-borgismo como Juan Carrillo y Laura Fernández, así como viejos liderazgos como el de Marciano Dzul.
En 2018, Morena se apoderó de la escena política del país y por supuesto de Quintana Roo. Esas elecciones fueron el empellón al vacío para el PRI, que sufrió una nueva sangría con figuras como Mildred Ávila y Marybel Villegas. Si bien el tricolor aun dominaba la mayoría de los municipios, los tres mas importantes Cancún, Chetumal y Playa del Carmen se volvieron guindas.
Extinción gradual
En las elecciones de 2021, el PRI perdió sus últimas “figuras” como Juan Carrillo y Marciano Dzul y apenas logró obtener una presidencia municipal, la de Bacalar.
Para los comicios locales generales de 2022, el PRI ya estaba prácticamente desmantelado, quedando solo liderazgos como exgobernadores sin mayores aspiraciones políticas o referentes que no querían estar en Morena o ya no tenían cabida en el partido guinda, que ya comenzaba a contar con sus propios “cuadros”.
Finalmente, la noche se le vino encima al PRI-QR en las elecciones de 2024. El partido quedó prácticamente borrado del mapa electoral del estado.
Tras los recientes comicios, el PRI obtuvo solo el 4.78% de los votos, lo que apenas le alcanzó para una diputación local y 11 regidurías.
En menos de 10 años, pasó de ser el partido dominante a ser un partido casi testimonial en Quintana Roo.
(*) Director de Noticaribe Peninsular