Francisco J. Rosado May
Noticias recientes indican que la inflación ya rebasó el 8%; la carestía se nota en los productos agropecuarios que consumimos diariamente; sabemos de la diferencia de interpretación sobre el T-MEC, en materia energética; y, si no hay solución en los pasos previos (consulta y panel de atención de controversias), habría aranceles a productos agropecuarios al exportarse a Estados Unidos y, posiblemente, a Canadá. En resumen, los escenarios en materia de producción agropecuaria no son halagüeños, el menos en el corto plazo.
Lo anterior es una descripción de contexto general, pero a nivel local hay evidencias de que podemos tener mejores escenarios gracias al trabajo de destacadas personalidades que pasa desapercibido. Esta nota pretende hacerlos más visibles y que su trabajo sea mejor valorado y retomado por las autoridades correspondientes para impulsarlos.
La producción de papaya, en Tabasco y otros estados, ha estado declinando; sembramos variedades como la maradol creada en Cuba. En México tenemos variedades consideradas locales, pero no con características comerciales adecuadas. Desde hace más de 20 años un investigador (Felipe) del INIFAP-Huimanguillo ha logrado lo inédito en México: crear variedades de papaya tropicalizadas y con la característica de que no son híbridos, lo que quiere decir que las semillas de las frutas cosechadas se pueden volver a sembrar manteniendo sus características genéticas. Lo hizo aprovechando la genética de las variedades locales, produciendo una fruta de buen tamaño comercial y de gran sabor; le llama “delicia”.
El costo de los fertilizantes y otros agroquímicos se ha disparado hasta más del 100%. Además, está el problema de la contaminación que causan al ambiente y a las personas que las aplican. Otro agrónomo mexicano (Mario) enamorado del campo y la producción saludable, ha invertido muchísimos años de su vida en crear y mejorar productos orgánicos que sustituyen a los agroquímicos convencionales, que tienen incluso mejor resultado a nivel de campo y tienen un precio mucho menor.
La producción de alimentos no solamente es en monocultivos. También se puede diseñar sistemas complejos en los patios de las casas, creando huertos familiares que combinen la producción de animales (aves, borregos, peces, cerdos) con hortalizas y frutas; no solamente para autocosumo nutritivo, sino para sumar producción y vender a mercados locales o foráneos. Otro agrónomo (Wilder) ha demostrado la viabilidad de esta idea, sumando el esfuerzo de varios campesinos, muchos de ellos en condiciones de gran pobreza, pero que ahora tienen una esperanza de vida adecuada para ellos y sus familias.
Otros agrónomos han dedicado los últimos años en formar equipo de trabajo interinstitucional para crear un programa nacional de posgrado e investigación en agroecología y sistemas alimentarios sostenibles. Solo falta que las autoridades correspondientes reconozcan la importancia del programa, lo avalen y lo apoyen.
Y hay muchísimos más ejemplos que se presentan, comparten y analizan en las reuniones que cada una de las generaciones egresadas de una institución de educación superior que estuvo localizada en Cárdenas Tabasco, que inició actividades a nivel licenciatura en septiembre de 1973, que fue cerrada en 1985 por una mala decisión del gobierno federal y estatal de Tabasco, pero que alcanzó a formar a profesionistas ejemplos a nivel nacional e internacional. El sábado 23 de julio, en Chetumal, se reunieron los egresados de la 5ª generación de esa institución y se habló de sus experiencias.
¿Qué tienen en común esos agrónomos que están trabajando fuertemente por una agricultura sostenible en México? Que son egresados del Colegio Superior de Agricultura Tropical.
¿Qué modelo educativo tuvo esta institución que ha conducido a sus egresados a contribuir al desarrollo del campo mexicano con una altísima conciencia social? Es uno que se basaba en la práctica, con profesores de muy alto nivel exigiendo que los estudiantes desarrollen su potencial, con sólidas bases en las ciencias duras (matemáticas, física, química en sus diversas modalidades), que descansaba en la vinculación con la comunidad de productores, especialmente los campesinos, que tenían beca del gobierno federal pero que su desempeño marcaba la permanencia de la beca.
Hoy, el entendimiento de ese modelo educativo y su aplicación a las condiciones actuales puede contribuir a enfrentar exitosamente el reto que se describió al inicio de esta entrega.
Ojalá lo retomen las autoridades presentes y futuras, antes de tener mayores problemas en el país, especialmente en las regiones más pobres del sur y la península de Yucatán.
Es cuanto.