Por Jorge Cocom Pech
Hace algunos meses un “indígena” ofrecía a quienes en los partidos políticos deciden las candidaturas, esto es, a su clase dirigente, 100 millones de pesos a cambio de su nominación para la presidencia municipal de Tulum. Y si para Álvaro Obregón en los años veinte del siglo pasado nadie se resistía a un cañonazo de 50 mil pesos que servían para doblegar la voluntad o la “convicción” de los políticos de aquellos años, el centenar de millones ofrecidos por indígena “tulumense” , al parecer, pudieron haber tentado a los operadores políticos de Morena en Quintana Roo, sino es que, más arriba, allí donde despacha Mario Delgado. Ojalá sólo fueran suspicias. Ojalá. Aunque hay quienes piensan lo contrario.
Pero la política en México, y la que heredó Morena de ex miembros del PRI que lo han emboscado, no ha variado ni un ápice. La práctica de la compra-venta de candidaturas en las actuales circunstancias en las que el Presidente dice que ya no hay corrupción en el gobierno, se vuelve a reproducir en el patio de su partido y, naturalmente, en los otros partidos políticos. El PAN, que tanto criticaba las prácticas sucias del PRI, acabó poniéndolas en práctica sin el menor escrúpulo. No se diga de los otros partidos de menor tamaño.
Y es que el municipio de Tulum, como otros municipios con altos ingresos México, no podía ser la excepción. Allí, anidan indistintos intereses de orden económico: unos, abiertos; y, desde luego, otros, encubiertos.
De manera que, la compra-venta de las plazas políticas, esté, en estos días, más vigente que nunca. Cinismo, mercadería y baratijas que se venden, tienen un rostro y un nombre.
Por eso es de entenderse los intere$es que han movido a los operadores políticos de Morena en Quintana Roo; y como el tema “indígena mueve los ánimos políticos del Presidente, éstos, entre los que podrían estar involucrados tanto la dirigencia nacional y estatal, tuvieron la coyuntura de impulsar la nominación del “indígena millonario”, que les vino bien a todos los involucrados: se erige a un “indígena”, del que muy poco se sabe del origen de sus cuantiosos recursos, y se queda bien con Presidente.
Sin embargo, la inquieta y rebeldía ciudadanía se pregunta: ¿cuál es el mérito y la rentabilidad política del “tulumense” en este proceso electoral en el que se supone Morena participa con candidatos sin cola que les pisen, ¿ha sido el indio rico, “un luchador social” como los que apoya el Presidente y que sí los hay en algunas organizaciones independientes?
Por cierto, y hablando de indianidad, nadie pone en duda que el sujeto en cuestión no la tenga. La trae en sus apellidos y, tal vez, la afirme aún más, si habla la lengua maya. No. Eso no se pone en duda.
Lo que más se cuestiona de él es su trayectoria política y su haber económico. ¿Aguantaría una revisión de sus cuentas y de su patrimonio económico por parte de la Unidad de Inteligencia Financiera y del Sistema de Administración Tributaria, institución tan activa y de moda que pone el dedo en la llaga en los críticos del gobierno actual, como señalan sus adversarios? Si precandidato es capaz de ofrecer 100 millones para asegurarse de una nominación, como afirman sus oponentes, ¿cuántos más tendrá y cuál es su origen? ¿Qué tanto están involucrados los miembros de la directiva de Morena y de su operador político en Quintana Roo en este embrollo pleno de sospechosismo?
Claro, el anuncio de la nominación de Morena en Tulum causó revuelo e inconformidades, sobre todo, en las personas fundadoras de ese municipio que heredaron la lucha y la rebeldía de la líder maya María Uicab en uno de los siglos más cruentos de la conquista española. Los deslindes ante esa decisión tomada por los mercaderes de la política no se hizo esperar. Ocurriría cómo está ocurriendo. ¿Qué elementos de peso inclinaron la balanza en favor del “indio millonario”? El método de las encuestas no deja satisfechos a todos, y ni son el mejor procedimiento para tomar la decisión de elegir al candidato con mayor rentabilidad electoral. La nominación del “indígena millonario” puede provocar dos resultados: o sirve para cohesionar a los militantes sorprendidos por esta nominación o los acaba por dividir, abriéndole las puertas del triunfo al candidato del gobierno estatal, deseoso de que Morena se haga pedazos y, entonces, su candidato obtenga el triunfo.
¿A eso le apuestan perversamente Mario Delgado y Óscar Cantón Cetina?