Hugo Martoccia
La semana que concluye un tema dominó prácticamente toda la agenda pública y privada de la política: los ojos de todos se posaron sobre Chetumal y sus conflictos. No sólo fueron los hechos de inseguridad y violencia, que tienen sus causas más atrás en el tiempo, sino la cuestión electoral, que prendió un foco rojo en Morena.
Hay muchas cosas para analizar, pero quizá un concepto englobe todo lo que hay que decir: en el Gobierno del estado hoy ven que la única razón por la cual pueden ganar es por la marca Morena; nada más.
La imagen de la alcaldesa Yensunni Martínez está desgastada entre lo que su gobierno no ha podido, no ha querido o no ha sabido hacer, y su vida privada, que ha sido siempre parte de la discusión pública, y que la colocó en el límite de la frivolidad.
Además, no hay quien sume votos a esa causa. Los candidatos al Senado y a diputaciones federales y locales, no acercan un sólo voto propio; todos están colgados de “la marca”. El único que tiene una estructura que lo cobija es Gino Segura. Pero tampoco mueve votos propios. Esa estructura sólo le acerca, con más eficiencia, los votos de la marca. Esa campaña, sin embargo, no está vinculada a Yensunni, y ese es uno de los problemas que hay.
Mara Lezama supo todo eso y empezó a mover fichas para fortalecer a la alcaldesa. Mandó a Jorge Aguilar Osorio a Chetumal para ordenar un poco las cosas y que sea un nexo entre los que van a movilizar los votos y Yensunni. Pero eso no soluciona todos los problemas.
Cuando en Morena se habla de Yensunni hay una frase que la define: “No se deja ayudar”, dicen todos. Y eso no ha cambiado, y, casi seguro, no cambiará. Yensunni siente que están exagerando las supuestas debilidades, posiblemente para meterle miedo, pero que la elección está ganada.
Así, todo es más difícil.
NÚMEROS Y PROYECCIONES
En los últimos números que se conocieron de Morena, hace algunas semanas, esa elección se ganaba por un margen de entre 15 y 20 puntos. Pero ya varios empiezan a dudar. Incluso, hay quienes dicen que Mara vio números muy distintos en las últimas horas, y que esos datos son los que la alertaron de que la situación se estaba complicando.
No sería extraño. En la elección de 2021, Yensunni ganó con alrededor de 30 mil votos, que fueron apenas el 37% del total de votantes. O sea, casi dos de cada tres othonenses le votaron en contra. En esa elección, el PAN quedó a 9 mil votos de distancia, pero luego hubo más de 25 mil votos dispersos entre muchos partidos que ya no están. La mayoría de esos votos, reconocen en Morena, los está captando Movimiento Ciudadano.
La mejor noticia en ese escenario sería que la elección se divida otra vez en tres, y así MORENA gane con el peso de la marca aún cuando no supere aquel raquítico 37%. A eso se le apuesta. Pero en MC dicen que eso no sucederá, porque hay un voto útil que se está acercando a su candidata Lidia Rojas para darle un voto castigo a la 4T.
Ese voto castigo, por cierto, sería sólo en lo local; no se ve chance alguna de que la oposición a Morena mejore en alguna de las otras elecciones que hay en juego.
En MC incluyen dos elementos extra al análisis. Uno tiene que ver con el peso de Chetumal en esa elección. Alrededor del 70% de los electores están en la capital, y es donde la imagen de Yensunni está más golpeada. MORENA apuesta a revertir una eventual derrota allí, con una victoria aplastante en la zona rural.
El otro elemento que suman en MC es el número de votantes. En la elección de ayuntamiento de 2021 votaron poco menos de 80 mil personas. Pero en 2018, con la elección presidencial, en la elección de ayuntamientos votaron 105 mil personas. Esos votos que podrían estar de nuevo en las urnas, muy posiblemente no tengan la intención de premiar la administración de Yensunni, dicen.
2018 Y LA DEBACLE DE CJ
Esa referencia a 2018 es justamente lo que más preocupa a un sector del morenismo. Los que miran la política con un poco más de amplitud y referencias históricas, recuerdan que en ese momento y lugar empezó el fin del Gobierno de Carlos Joaquín.
Apenas había pasado poco más de año y medio de Gobierno, y el neojoaquinsimo estaba en su auge. Pero ya había algunos agravios fuertes contra Chetumal, que era el lugar que en 2016 le había dado la victoria con un triunfo arrasador.
En la elección de 2018 los chetumaleños decidieron quitarle su respaldo Carlos Joaquín, su alianza perdió más de 30 mil votos en el municipio y así ganó MORENA. En esa misma elección, el entonces gobernador perdería Solidaridad y Benito Juárez, y su gobierno se convertiría, de la noche a la mañana, en una mera administración, que sólo atinó a hacer bien una cosa: entregarle el poder a MORENA a cambio de una Embajada e impunidad total.
Nadie puede dejar de ver algunas similitudes en ambas historias. Othón P. Blanco podría estar en riesgo, y la elección de Solidaridad se anticipa como la más difícil de todo el proceso.
Eso no quiere decir que la situación sea paralela en todo. El Gobierno de Mara tiene otro volumen político del que tenía el de Carlos Joaquín y su administración está bien puntuada, en contra de lo que ya pasaba en aquel entonces con el ex mandatario. Pero la historia está ahí para recordar lo que puede pasar si las cosas no salen como esperan en el Gobierno.
Lo que está en la cúpula del poder es que Mara Lezama no puede perder Othón P. Blanco ni Chetumal, porque ahí está fincado gran parte de su proyecto de Gobierno. Desde el inicio de su gestión (desde su campaña, en realidad) se comprometió a devolverle el brillo a la capital, y ha destinado millones de pesos de inversiones propias y federales para que eso suceda. Además, les ha dado a los othonenses una atención personal y política como hace muchos años no les daban.
Perder ahí sería un golpe durísimo a todo el proyecto.
MARCA Y CONFIANZA
Antes del inicio de la campaña electoral, Mara le dijo a Yensunni que tenía que acercar posiciones con los agraviados de su gestión, sumar a todos en equipo, y le advirtió que MC crecía y que no había que dejar que se ubique en segundo lugar.
La mala noticia es que Yensunni no hizo nada de eso: no suma a nadie al equipo y MC ya se instaló en segundo lugar. En MORENA ven que aún en el mejor de los escenarios, Movimiento Ciudadano será segundo en la elección, con todo lo que eso significa.
Si a una buena elección en el sur se le suma una buena campaña del partido naranja en Tulum, José María Morelos y Cancún, y la posibilidad de que Roberto Palazuelos entre al Senado como fórmula de segundo lugar, ese partido podría conformar una pata opositora bastante sólida. Ni hablar de lo que sería la oposición en el estado si a ello se le sumara un triunfo de Lili Campos en Solidaridad.
Una rebelión electoral contra MORENA en esos dos municipios (OPB y Solidaridad) puede esparcirse como un virus opositor en Quintana Roo, que nadie en la 4T quiere de cara al 2027. Para Mara, el manejo de la sucesión gubernamental puede ser una verdadera pesadilla en un escenario así.
Por supuesto, un sector de MORENA, el que tiene vínculos más cercanos con la gobernadora, considera que todos esos datos y posibles derrotas no existen en ningún análisis real. Dicen que todo es sólo una forma de meter miedo y ejercer una sutil y seguramente interesada oposición contra la 4T.
Y sostienen que las encuestas que ellos hacen, reales, muestran que van arriba en todas las elecciones en juego, y que la gente va a votar en bloque a favor del presidente Andrés Manuel López Obrador, sin distingos federales y locales.
Ese escenario, por supuesto, es probable y no puede descartarse de ningún modo. Podría decirse, incluso, que es el más probable. Pero aún así, todos reconocen que la principal referencia para sostener esa hipotética victoria absoluta es “la marca” MORENA. Todo confluye en la marca. Y eso es una buena noticia, pero también una mala noticia.
La buena noticia es que hasta ahora la marca parece suficiente para ganar. La mala noticia es que con candidatos que no sobresalen por sí mismos (hay tres o cuatro excepciones) es muy difícil construir un proyecto a futuro.
¿Quién garantiza que en 2027 la marca va a estar igual que hoy y va a poder sostener cualquier cosa? ¿Es lógico pensar que la marca no va a sufrir la desaparición política de su líder absoluto? ¿Cómo manejar ese escenario de una marca debilitada (también altamente probable) con una oposición que se consolide? Evidentemente, esas preguntas no se han hecho, o al menos no se han contestado.
Y parece que ahora ni siquiera hay tiempo para eso. Hay que solucionar lo urgente, que es ganar Othon P. Blanco y Solidaridad, para que el proyecto político de la 4T no quede rengo a mitad de camino.