Por Sergio Caballero
Llegó a Cancún hace dos décadas a bordo de un modesto “vocho”, un Volkswagen Sedán, y con la cartera vacía, incluso pidió prestado para desayunar. Hoy es poseedor de un lujoso avión y un vasto imperio de negocios, casi todos depredadores.
La de Carlos Canabal Ruiz es una historia de corrupción, impunidad y, por supuesto de traición.
De hecho, una traición, lo encumbró a los negocios de la política y otra tracción lo tiene ahora en la cárcel de Apodaca, Nuevo León.
Por ahí de 2002, procedente de su natal Tabasco, llegó Canabal a Cancún.
Fue enviado por líderes “nacionales” del PVEM para apoyar a Juan Ignacio “El Chacho” García “Zalvidea, el primer alcalde no priista de Quintana Roo y que enfrentó la prepotencia del viejo PRI, que se negaba a perder su aplastante hegemonía en Quintana Roo. La labor del tabasqueño con el Edil del Verde fue manteniendo un bajo perfil.
El “Chelito”, como le dicen su amigos, brincó a la fama cuando apareció al frente de la defensa jurídica de “El Chacho”, tras la embestida (en 2004) del entonces gobernador priista Joaquín Hendricks (y aliados), para sacarlo del Ayuntamiento y, sobre todo, dejarlo fuera de la jugada en la contienda a la gubernatura.
El “héroe”
Las acciones legales promovidas por el despacho contratado por recomendación de Canabal derivaron en que, nada más y nada menos, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) y en particular, la entonces ministra Olga Sánchez Cordero, reestableciera al Ayuntamiento, presidido por “El Chacho”
Y Canabal se convirtió en una celebridad en medio del martirologio “chachista”.
A la par, el clan de los Ramos, del veterano “comunista caribeño” Salvador Ramos Bustamante, en otra jugada de oportunismo político, adoptaron para el PRD a “El Chacho” y Canabal.
A “El Chacho” lo enfilaron a la gubernatura y a Canabal lo impusieron como alcalde interino.
Ahí, le empieza a sonreír la fortuna a Canabal, que le duró 22 años en cuatro sexenios.
Con el apoyo, no solo del clan de Ramos, sino además del entonces secretario general del PRD, Carlos Navarrete, se convirtió en alcalde interino y bajo el emblema perredista.
La traición
Pero, meses después al PRD, le fue mal y a “El Chacho”, peor.
El sol azteca, que postuló a Alejandro Ramos Hernández, -hijo de Salvador Ramos- no pudo retener la presidencia municipal y García Zalvidea no le pudo ganar a al priista Félix González Canto.
Meses después, el primer alcalde opositor de Cancún terminó en la cárcel, en donde permaneció un año, acusado por su sucesor priista Francisco Alor del desvío de 100 millones de pesos.
El PRI recuperó Cancun, conservó la mayoría del Congreso del estado y mantuvo la gubernatura y a la par inició la fulgurante carrera de Carlos Canabal como exitoso “empresario” en Quintana Roo
(Continuará…).