Justo con el multihomicidio en las playas frente al Fiesta Americana Condesa, se han anunciado nuevas medidas contra la inseguridad, incluída una nueva Ley en la materia.
Pero, volvemos a lo mismo a pesar del “cambio” y de la transformación”.
La reacción institucional de apretar a la delincuencia y reforzar la seguridad es por un hecho de violencia en la zona hotelera, que tiene como principal efecto el daño la imagen turística de Cancún.
Pero, la ciudad más poblada del estado arrastra una espiral de violencia que va mucho más allá de la Zona Hotelera de Cancún.
Dentro de la ciudad de Cancún, más allá de las avenidas Tulum, Portillo y Kabah, hay evidencias dramáticas de cómo el crimen ha impuesto su Ley.
Tramos enteros lucen locales con cortinas bajadas y letreros de “se renta” pues ya no resultaban negocios sostenibles por la extorsión.
De igual forma, los robos a comercios y transeúntes siguen, y no sólo por falta de policías, sino porque hay zonas de la ciudad carentes de servicios.
Pero, está desbordada inseguridad que padecen los cancunenses de a pie no se “ve” porque no es la Zona Hotelera y no sale en medios de Ciudad de México y del este de Estados Unidos.
La Zona Hotelera sí es importante y muy importante, pero también son los cancunenses.