LONDRES.- Boris Johnson y su ministro de Sanidad, Matt Hancock están infectados por el coronavirus y recluidos en sus hogares con síntomas leves.
Ambos han prometido que seguirán adelante con sus tareas de Gobierno, pero la noticia ha sido todo un mazazo simbólico para un país que comenzó tarde y equivocadamente a responder a la pandemia, y que participa ya de las dudas y temores del resto del continente europeo.
La última cifra de fallecidos por la enfermedad en el Reino Unido, cercana a los ochocientos (181 solo en el último día) se conoce en un momento en que los hospitales comienzan a dar señales de agotamiento.
El primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, de 55 años, ha dado positivo en las pruebas del coronavirus, según ha confirmado la oficina del Gobierno británico.
El propio Johnson ha explicado este viernes en un vídeo cómo había comenzado a mostrar leves síntomas de la enfermedad en las últimas 24 horas.
Se encuentra en situación de aislamiento, por consejo del director médico del Ejecutivo, Chris Whitty, y asegura que seguirá al mando de la situación desde su domicilio.
Johnson ha agradecido en el vídeo a los más de 600.000 voluntarios que se han ofrecido para colaborar con el Servicio Nacional de Salud (NHS, en sus siglas en inglés) y ha vuelto a pedir a los ciudadanos que sigan las medidas de distanciamiento social impuestas por su Gobierno.
En el hipotético caso de que la salud de Johnson empeorara, sería el ministro de Exteriores, Dominic Raab, el que asumiría las riendas del Gobierno.
La jornada del viernes ha sido una montaña rusa de sobresaltos en el Reino Unido.
A media mañana se conocía también que el director médico de Inglaterra y asesor médico jefe del Gobierno de Johnson, Chris Whitty, también había comenzado a mostrar los síntomas del coronavirus y había decidido aislarse en su domicilio.
“Seguiré asesorando al Gobierno en su respuesta médica a la pandemia, con el apoyo de mis ayudantes”, ha escrito Whitty en su cuenta de Twitter.
Las jornadas de trabajo cercano del primer ministro, el ministro de Sanidad y los miembros del SAGE (Grupo de Asesores Científicos para Emergencias, en sus siglas en inglés) explican que la aparición de los síntomas de la enfermedad hayan aparecido casi a la vez entre sus participantes, pero son también una señal de la laxitud con que Downing Street respondió a la crisis en los primeros días. La misma laxitud que permitió a la ciudadanía hasta que el Gobierno dio un giro drástico a su estrategia.
La pareja actual de Johnson, Carrie Symonds (32 años) está embarazada de unos seis meses. Downing Street ha explicado que se mantiene en situación de aislamiento.
A pesar de que las mujeres en estado de gestación no son más susceptibles al contagio del virus, el embarazo puede alterar el sistema inmunológico y la respuesta general ante una infección vírica.
El ministro de Economía, Rishi Sunak, ha compartido muchas horas de trabajo con Johnson en los últimos días.
Por el momento, ha anunciado, no tomará medidas de aislamiento. Tanto él como el ministro de la Presidencia, Michael Gove, los más cercanos a Johnson en el día a día, se habrían sometido a la prueba del coronavirus.
Johnson tenía previsto comparecer este viernes de nuevo en rueda de prensa pero el acto ha sido suspendido.
Después de una primera respuesta lenta y confusa, el primer ministro decidió en la última semana dar un giro drástico a la estrategia del Reino Unido en la lucha contra el Coronavirus.
Los ciudadanos británicos deben ahora permanecer en confinamiento domiciliario, con las únicas excepciones de la compra de avituallamiento, las necesidades médicas, una salida diaria para hacer ejercicio o acudir a trabajar si el teletrabajo no es posible.
El todavía líder de la oposición, Jeremy Corbyn, quien ha mantenido hasta el momento una posición de lealtad al Gobierno y críticas moderadas a su gestión, ha defendido este viernes que las consecuencias económicas y sociales de la pandemia han demostrado que su programa electoral con el que fue derrotado a finales del año pasado sigue siendo válido.
La propuesta, definida por él mismo como el “programa más radical de las últimas décadas”, suponía una gran expansión del gasto público.
“Nuestra sociedad y nuestra política ya nunca serán iguales. Nos hemos dado cuenta de repente de que como sociedad y como comunidad, necesitamos a todo el mundo”, ha dicho en la BBC.