Recordando la muerte, el 31 de diciembre de 1852, del fundador de Noh Kah Santa Cruz Balam Naj, José María Barrera, Carlos Chablé Mendoza, cronista de Felipe Carrillo Puerto, ha escrito un texto interesante sobre este caudillo suriano de los primeros tiempos de la Guerra de Castas.
José María Barrera, en efecto, unificaría los bandos desperdigados por las muertes de Cecilio Chi y Jacinto Pat en 1849, y es a él quien se le atribuye la fundación de Chan Santa Cruz al encontrar, sobre un cenote, unas cruces grabadas en la corteza de un árbol, que de inmediato sería culto de adoración y unificación de los mayas rebeldes. Algunos, como Villa Rojas, señalan a Barrera como de origen petuleño.
La fuente de Villa Rojas para señalar el origen de este importante caudillo militar, es la obra historiográfica de Eligio Ancona. Sin embargo, ni Ancona, ni Baqueiro, refieren expresamente el origen de Barrera. El primero establece simplemente que Barrera era “uno de esos hombres de la raza mestiza que desde 1847, venía prestando á la causa de la barbarie, el concurso de su inteligencia y valor”. Baqueiro, por su parte, se refirió de Barrera como “el incansable, el terrible enemigo de los blancos, y a quien por cierto basta esta circunstancia para calificarlo como un hombre conocedor de la raza indígena […]”. El que parece secundar que Barrera era petuleño, es Nelson Reed, comprensible porque el historiador norteamericano basó su recopilación bibliográfica en una selección de textos que fue presentada como apéndice al libro de Villa Rojas.
En una nota de prensa de los primeros días del levantamiento indígena de 1847, se dice que Barrera era un hombre de Tituc, y esta nota es interesante porque comienza a barruntar el espíritu tanto aguerrido como irreverente de Barrera. Rugeley apuntó que la carrera anterior de la guerra de este “otro líder mestizo” –el otro a quien se refería Rugeley, era Bonifacio Novelo Cetina– era más difícil de precisar que la de Novelo. El dato tentativo que hasta ahora se tiene –tentativo, porque nadie puede decir que la rúbrica era de él-, es la firma de un tal José María Barrera que aparece por primera vez en 1843 en el pueblo de Bolonchenticul, en un plebiscito donde se ratificaba el retorno de Yucatán a México. Ya de ahí, todo es un misterio en la vida de este hombre que sería uno de los lugartenientes principales de Jacinto Pat, que comenzaría a guerrear por los rumbos de Tituc, Becanchén y el sur de Peto.
El 15 de enero de 1848, preparándose todavía el sitio de Peto por los rebeldes, el periódico oficial decía que una partida de indios alzados del rumbo de Peto se hallaba en Chunhuhub, compuesto como de cien hombres a lo más, y que habían saqueado y reducido a cenizas el pueblo de Kankabchén. También señalaba que en las poblaciones donde transitaban hicieron algunos prisioneros, entre los que se encontraba el padre Juan Manuel Mezo, “y aunque no asesinaron á todos los blancos, esquilmaron el pelo a los que dejaron con vida, como por irrisión ó para que se parezca á ellos”. La partida de rebeldes estaba comandada por “un tal Barrera de Tituc, blanco”. En Petulillo le dieron muerte a otro denunciante de tierras, el alcalde Sixto Moguel, y en Sacalaca a tres hombres de apellidos Rivero. El que podría bautizarse como el Ulises del segundo periodo de la Guerra de Castas, nacido en Tituc o no, jurisdiccionalmente seguía siendo de esa región sureña del partido de Peto y, por lo tanto, claramente era petuleño.
Iglesia derruida de Sacalaca.
1Véase el interesante texto de Carlos Chablé Mendoza, “JOSE MARIA BARRERA, FUNDADOR DE SANTA CRUZ X-BAALAM NAJ”, en El cronista de Felipe Carrillo Puerto, 30 de Diciembre de 2016. http://elcronistafcp.blogspot.mx/2016/12/jose- maria-barrera-fundador-de-santa.html?spref=fb
2 Sobre la instauración de la Cruz Parlante, cfr. “Despacho de J. María Novelo 1º de abril, en Milchetorena a Barbachano, El siglo XIX, 4 de abril de 1851. Sobre el estudio de la religiosidad maya rebelde basada en la Cruz, cfr. Bennett (1972), Bricker (1993) y Careaga (1998). La interpretación ladina del origen del culto a la Cruz Parlante, indica que Barrera grabó unas cruces en un cedro que crecía al lado de un cenote. No obstante, la “versión maya”, convertida en mito, explica el origen de la Cruz Parlante en otros términos: después de narrar cómo tres ah-kines del pueblo de Xocen (pueblo de la región de Valladolid) se vengaron de los castigos del santo del pueblo, poniéndolo de cabeza, junto con el sudario, la santa vara y el incienso, en el hueco de una piedra; el mito procede a describir cómo el santo dejó Xocen para aparecer en el cenote de Chan Santa Cruz, “porque el cenote es la casa del Señor”. El santo emerge del cenote ya como la Cruz y bendice al “santo árbol Kukné (cedro) de donde salen sus mensajes. Esta Cruz era la primera vez que salía entre los macehuales. En la Cruz fue clavado Jesucristo y la Cruz fue amiga de Jesús y por eso Él la dejó entre los macehuales, para que se pudieran comunicar con Jesús” (Careaga, 1998: 117). La cita de Careaga procede de Bartolomé y Barabas (1977: 30).
3 En su referencia a la creación del culto a la cruz parlante, Villa Rojas escribía: “La creación de este recurso sobrenatural ha sido atribuido a un tal José María Barrera, mestizo de Peto que, por causas ignoradas, había desertado de los suyos para pasarse al bando de los indios” (Villa Rojas, 1987: 98).
4 Ancona, 1978: 314.
5 Baqueiro, 1990, Tomo IV: 119.
Reed, 1971: 76.
7 En The Maya of East Central Quintana Roo, de Villa Rojas, “estaba incluido ‘Remarkson a Selected Bibliography of the CasteWar and Allied Topics’, de Howard F. Cline, esquema de una obra que pedía ser escrita” (Reed, 1971: 11).
8 Y los libros de la época, como Baqueiro (1990, Tomo II) hablarían que en Tituc Pat estaba reclutando habitantes de la zona y avituallándose de armas para atacar Tihosuco. Una descripción del Tituc posterior de la Guerra de Castas, lo ha dado Cheever (1937: 32). A 48 kilómetros al sur de Sacalaca, Tituc era un pueblo fantasma encajonado en una “sabaneta musgosa” con una iglesia destecha “tapizada de vegetación” y con sus paredes donde crecían árboles y enredaderas.
9 Sobre Bonifacio Novelo, cfr. Canto Alcocer, 2013. El 18 de diciembre había aparecido una nota en el periódico oficial yucateco donde se hacía referencia que las “alternativas victorias y los reveses” de “los indios bárbaros”, eran conducidas por “el desnaturalizado Bonifacio Novelo, quien renunciando su nombre de bautismo y de familia ha tomado el de Catzim, según se asegura, para identificarse más y más con las hordas sublevadas que acaudilla”. “Indios bárbaros”. La Unión, 18 de diciembre de 1847.
10 Rugeley, 2009: 61.
11 Peto sería sitiado por los mayas dirigidos por Jacinto Pat a principios de febrero de 1848, y el 6 de febrero sería evacuado sus habitantes.
12 El mismo Kankabchen con fuerte presencia de cañeros que años antes habían hecho los denuncios de tierras para el agrandamiento de sus ranchos.
13 El presbítero Manuel Meso Vales, vecino de Chunhuhub, aparece en un libro de denuncias de terrenos baldíos del año de 1844 (Ver Libro Copiador. Registro de anotaciones de las denuncias de terrenos baldíos, consecuente al art. Primero del Acuerdo de la Excelentísima Asamblea Departamental del 5 de diciembre de 1844). El 17 de julio de 1845, había denunciado media legua de terrenos baldíos en la comprensión de Peto.
14 Últimas noticias. Sobre bárbaros. La Unión, Mérida, sábado 15 de enero de 1848. 15 El primer periodo de la Guerra de Castas sería el que encabezaron los caudillos Cecilio Chi y Jacinto Pat. El segundo, cuando Barrera unifica los bandos desperdigados alrededor de la Cruz Parlante y su repliegue y defensa de las incursiones yucatecas hasta 1855. El tercero iniciaría a partir de 1857 con el saqueo de Tekax y la toma de Bacalar al año siguiente, mismo que se prolongaría hasta 1886. Este periodo sería el de una fuerza sostenida de los rebeldes y sus saqueos a los pueblos de la frontera. De esa última fecha, pero hecho patente en el Partido de Peto con la recapitalización de esa zona por las elites rurales y meridanas mediante la reactivación de la caña, inicia propiamente el Declive de la Montaña Rebelde (mismo que trabajaré en el capítulo IV de esta tesis). Baqueiro ha apuntado unas fases de la guerra hasta 1881. Cf Baqueiro (1881: 94).