En la cúpula de Morena hay mucha preocupación de lo que ocurre en Quintana Roo, en la disputa de las candidaturas a alcaldes, en particular en el caso de Benito Juárez (Cancún).
De la competencia se ha pasado a la confrontación, y de ahí al ataque y ahora priva la descalificación y la guerra sucia.
Los bandos se está causando mucho daño, que podría ser irreparable, con consecuencias funestas para los intereses generales de Morena en la entidad.
Y lo más grave, es no hay en Quintana Roo alguien que pudiese funcionar como árbitro. Los grupos están muy marcados y en realidad, Morena-QR tiene dos “dirigentes” simultáneos con Anahí González y Jorge Parra, que son de bandos muy diferentes.
Hasta la delegada, Liliana Castro, quedó dentro de una facción y ya está muy lejos de fungir como mediadora, y mucho menos como árbitro. Incluso, para tal función, ya también fue descalificado por una de las partes, Rafael Marín, el llamado líder moral de Morena en Quintana Roo
El temor que es cuando se definan las candidatas, la parte perdedera no aceptará los resultados y la guerra interna se termine reflejada, con saldos negativos, en la elección constitucional.
No se descarta, que algunos de los perdedores caben en partidos como Fuerza por México, Redes Sociales Progresistas y hasta Encuentro Solidario (PES) o de plano, acaben en brazos caídos, o hasta ayudando tras bambalinas a la alianza Vamos por Quintana Roo (PAN-PRI, PRD-Confianza)
Hay temor fundado que los “derrotados” en las “encuestas” (o lo que fuera) acaben en el despropósito y morenistas se vuelvan los peores enemigos de Morena en el proceso electoral.
Mientras tanto, el la “22 de Enero” se frotan” la manos.