NOTICARIBE PENINSULAR
La dura realidad de Cancún, en su 50 aniversario, va más allá de una nostálgica conmemoración, marcada por el confinamiento y festejos frustrados.
El “paraíso inventado”, “el principal destino turístico de América Latina”, la ciudad que “superó todas las expectativas”, “la maravilla que nació de la selva” o cualquiera que sea la frase con la que se le quiera definir, Cancún, hoy hogar de casi un millón de personas, no ha recibido el trato que se merece en esta contingencia derivada por el COVID-19.
En lo económico, Cancún ya sufrió el primer embate de la pandemia. La actividad turística está reducida a su mínima expresión, lo cual ha hecho pedazos a la economía local, con un funesto saldo de decenas de miles de trabajadores despedidos.
Y ahora sigue el embate a la salud pública. El Gobierno estatal no se atreve a reconocerlo, pero Cancún es el epicentro de la pandemia, no solo en Quintana Roo, sino en todo el sureste. La mejor salida que han encontrado los gobiernos federal y del estado es hacer como que no pasa nada y algún día todo se resolverá como en un cuento de hadas.
Cancún ha concentrado el 70 por ciento de los casos confirmados de todo Quintana Roo, que a su vez se ubica entre los primeros seis lugares en casi todos los indicadores nacionales de la pandemia, incluido el de mortandad, en el cual el primero. Pero, además, el municipio de Benito Juárez supera a 24 estados en el número de casos y decesos
El marco de los festejos de Cancún no solo es nostálgico, sino que muy preocupante. El último “comunicado técnico diario” estatal establece que Cancún ha acumulado 261 casos y 18 decesos. Pero, causa aún mayor alarma la total opacidad de la manera en la que se está enfrentado la pandemia. Lo que es algo toral: no se sabe con cuántas camas o “ventiladores” cuentan los hospitales públicos de Cancún. Otro dato no menor, es que se reportaron decenas de muertes por neumonía “atípica” antes de los primeros casos oficiales de COVID-19. Muy preocupante.
La falta de transparencia ante la magnitud del problema alertaría de que Cancún estaría ante un futuro muy comprometido.
No sólo se trata de un “festejo” con mucha nostalgia, sino que Cancún, nuestro Cancún, está ante una realidad muy preocupante.