Por: Molly Ferrill
Cecilia Cahum Cahum y su familia han vivido en una comunidad Maya tradicional en la selva desde que ella era una niña pequeña. Ubicada a solo una hora en automóvil de Tulum, la comunidad ha vivido del turismo durante años, pero todo cambió cuando llegó la pandemia de COVID-19.
En una reunión entre cinco comunidades Mayas, la familia de Cecilia y otras personas decidieron aislarse completamente del mundo exterior. “Como sabemos cultivar y sobrevivir en la jungla, decidimos protegernos del virus de esa manera”, explicó.
Cecilia y sus hermanos dejaron sus trabajos en la ciudad y se unieron a la comunidad donde, durante seis meses, nadie podía entrar ni salir por ningún motivo.
Cultivaban papas, calabazas, maíz, camote y otras hortalizas, y criaban gallinas. Ninguno de los miembros de la comunidad contrajo COVID.
Cuando salieron del aislamiento, más de mil personas habían muerto a causa del virus en Quintana Roo, donde los más afectados por contraer el virus fueron personas de origen indígena.
Extendiéndose desde Cancún hasta Tulum, la Riviera Maya de México depende en gran medida del turismo. México permaneció abierto a los viajes aéreos durante la pandemia, sin requisitos de pruebas, cuarentena o vacunas, y más de 35 millones de turistas internacionales visitaron el país entre Enero de 2020 y Agosto de 2021. En el período de Enero a Agosto de 2021, volaron más turistas internacionales a Cancún que a cualquier otra ciudad Mexicana, según datos de la Secretaría de Turismo.
Las estadísticas alarmantes comenzaron a surgir a principios de la pandemia. Muchas personas que trabajan en turismo en la Riviera Maya contrajeron el virus, pero la tasa de mortalidad de los que dieron positivo por coronavirus en México fue aproximadamente un 50% más alta para las personas de origen indígena que para el resto de la población durante el primer año de la pandemia, según la organización Data Crítica.
Se encontró que las inequidades en salud y las barreras financieras y sociales eran factores contribuyentes; los estudios vincularon esta tasa de mortalidad desproporcionada con la presencia de comorbilidades como hipertensión y diabetes en la población de origen indígena, probablemente debido a una dieta de menor calidad en las ciudades que los pone en mayor riesgo de complicaciones relacionadas con COVID.
El riesgo de exposición también fue especialmente alto para muchas personas de pueblos originarios de la Riviera Maya; El mayor número de muertes por COVID de personas indígenas en México se registró en el área de Cancún, donde muchos tienen trabajos informales en el turismo. Sin embargo, algunas personas como los miembros de la comunidad de Cecilia tuvieron la opción y la experiencia necesaria para dejar sus trabajos y regresar a un estilo de vida rural, una elección que demostró las fortalezas y el conocimiento de la comunidad y que posiblemente salvó vidas.
Según Rommel Santiago Salazar Perera, un enfermero y agricultor Maya, la prevención del riesgo de contagio de COVID-19, que se eleva con el turismo en las ciudades, no es la única ventaja para las comunidades indígenas de vivir en zonas rurales. Regresar a un estilo de vida agrícola tradicional es una ventaja para la salud en sí misma porque los agricultores cosechan y consumen sus propios productos, lo que proporciona una mejor nutrición que la que una familia indígena promedio podría pagar en la ciudad.
El propio Salazar se beneficia de un programa gubernamental llamado Sembrando Vida, a través del cual muchos agricultores indígenas y no indígenas reciben pago por su trabajo agrícola y reciben árboles frutales, de especias y maderables. El programa ha sido un tema controversial en el país en los últimos años. Sin embargo, Jesús Ariel Suaste Salazar, líder regional indígena del programa Sembrando Vida, dijo que el proyecto ha permitido que muchos indígenas de las áreas aledañas a la Riviera Maya vivan en el campo durante la pandemia de COVID-19 y se mantengan completamente a través de la agricultura.
A diferencia de la comunidad de Cecilia, algunos de estos agricultores indígenas no se aislaron por completo durante la pandemia y algunos contrajeron COVID-19, pero Suaste dijo que debido a que la salud de la comunidad indígena en general es superior en zonas rurales, muchos de los que se enfermaron pudieron recuperarse fácilmente en casa. La propagación del virus también fue más lenta, ya que los agricultores de las zonas rurales tenían más espacio para aislarse de sus familiares que los que vivían en condiciones de hacinamiento en la ciudad.
Históricamente el papel de los pueblos indígenas en el modelo turístico típico de la Riviera Maya los ha colocado en roles de bajos ingresos y alta exposición al COVID, lo que probablemente contribuyó a la gran cantidad de muertes de personas indígenas en el área. Hoy en día, iniciativas emergentes de ecoturismo lideradas por personas indígenas que capitalizan su propia cultura y conocimiento del mundo natural han permitido que estas comunidades se beneficien directamente y controlen sus propios riesgos para la salud y la seguridad durante la pandemia.
Aunque la familia de Cecilia pudo sobrevivir con la agricultura de subsistencia durante su aislamiento, ahora esperan aumentar sus ingresos y capitalizar la floreciente industria turística a medida que disminuyen los riesgos de la pandemia. Actualmente están trabajando para seguir desarrollando un programa de ecoturismo que habían comenzado antes de la pandemia; ella y su familia dan la bienvenida a los turistas a su comunidad para aprender sobre su forma de vida en la selva, pasar tiempo en la naturaleza y probar la comida tradicional cultivada y preparada ahí. La familia también planea ampliar su finca sostenible: “Mucha gente no puede vivir en la selva sin comprar nada en la ciudad de afuera, pero aquí lo estamos haciendo con mis hermanos… con las abejas y los animales, y con los productos comestibles que hacemos. Si logramos hacer un poquito más, es para la gente que viene a visitarnos también”, explicó el hermano de Cecilia, Víctor Facundo Cahum Cahum.
La familia de Cecilia es parte de un movimiento más grande para establecer programas exitosos de ecoturismo liderados por comunidades indígenas en toda la región. La cooperativa indígena “Community Tours Sian Ka’an” lleva a los turistas en lanchas para aprender sobre el ecosistema y las especies de vida silvestre en la Reserva de la Biosfera de Sian Ka’an, un sitio cercano a Tulum que fue denominado patrimonio mundial por la UNESCO. A través de esta iniciativa, los turistas también pueden aprender sobre la cultura Maya visitando sitios arqueológicos dentro de la reserva.
La cooperativa pudo continuar los recorridos durante gran parte de la pandemia con bajo riesgo de contagios por COVID ya que sus actividades son al aire libre y los trabajadores pueden mantener una distancia segura con los turistas. Roman Caamal Coh, gerente general de la cooperativa, dijo que espera que este tipo de ecoturismo pueda seguir creciendo y empoderando a las comunidades indígenas. Con el creciente interés de los turistas en las experiencias basadas en la naturaleza y la cultura, los programas de ecoturismo administrados por comunidades indígenas ahora satisfacen una demanda creciente.
Queda por ver qué sucederá en la Riviera Maya a medida que la pandemia continúe desarrollándose. La propagación de COVID ha revelado inequidades subyacentes en comunidades por todo el mundo, y en la turística Riviera Maya ha sacado a la luz la necesidad de abordar la justicia social y de salud para las personas indígenas, muchas de las cuales se vieron gravemente afectadas por el virus antes de que existiera la opción de vacunarse.
Sin embargo, la pandemia también ha revelado grandes fortalezas de las comunidad indígenas de la Riviera Maya, como su capacidad para protegerse del virus, volviendo a un estilo de vida rural tradicional como lo hizo la comunidad de Cecilia, ayudando a impulsar el desarrollo de nuevos proyectos en la región. Muchos líderes indígenas de programas de ecoturismo esperan llevar sus negocios al mundo posterior a la pandemia, empoderando a una población que se ha enfrentado a la marginación en el pasado. Consideran que la conexión ancestral con la naturaleza y la tierra puede contribuir a la salud, la seguridad y la prosperidad de las comunidades locales, así como a la industria turística en general, a medida que comienzan a liderar proyectos que capitalizan su propio conjunto único de conocimiento y experiencia.
Cortesía de National Geographic