Redacción/NOTICARIBE PENINSULAR
MADRID.- Una cruz más en el calendario, una jornada menos. Con el mono de trabajo, sin fallo en la misión, el Madrid sumó su octavo triunfo seguido desde el reinicio del campeonato. Un pleno que le coloca a sólo cinco puntos del título. Si gana el lunes en Granada, podría cantar el alirón en el Di Stéfano ante el Villarreal el jueves próximo. Con oficio y seriedad, se llevó los tres puntos.
El maratón de la coronaliga dejaba anoche al Madrid con la defensa tiritando, sin tres de sus cuatro titulares.
El Alavés, desesperado por la salvación, intentó aprovechar desde el principio la flaqueza de la zaga local, que incluso presentaba una solución tan de emergencia como es Lucas Vázquez de carrilero.
Alguna vez ha jugado en esa posición el gallego, pero le cuesta, como es lógico. Los vitorianos le buscaron a los dos minutos mediante las piernas de Edgar. Ganado el lance, fabricó la mejor ocasión de su equipo en toda la velada, con doble remate: primero de Joselu al larguero y después Lucas, al rechace, despejado su intento por Varane bajo palos. Susto y fortuna para el Real Madrid, al que casi todas las pelotas que le tocan en la red le están cayendo a favor en este extraño final de Liga.
Colecciona funciones del mismo perfil, ante rivales que intentan exprimir sus piernas en los tramos iniciales. Mucha presión, filas juntas y voces de ánimo. Sin embargo, a este acorazado equipo de Zidane no parecen asustarles los fuegos artificiales. Resiste con más o menos firmeza y araña cuando puede, sin necesidad de afinar el violín. También está siendo experto en sacar partido a cualquier mínimo error de su rival. Aunque mínimo no puede considerarse el absurdo penalti de Ximo a los 10 minutos, tras superarle Mendy a puro pulmón en la izquierda. Zancadilla por detrás y 11 metros para Benzema, en ausencia de Ramos.
Árbitro lesionado
El gol apagó un poco el gas al Alavés, a punto de meterse en propia puerta otra aparición del lateral francés por su zona. Con Asensio algo desasistido, era el costado izquierdo la fábrica de ideas blancas, casi todas por culpa de Rodrygo. Un partido más mostró piernas y determinación, con más verticalidad que otros días. Controles orientados, salidas al sprint y regates.
Repertorio vistoso de uno de los descubrimientos de la temporada, un chico sin la explosividad de Vinicius pero que está dando un servicio estupendo a su técnico. Si termina levantando esta Liga el Madrid, justo será reconocerle a Zidane su capacidad para encontrar soluciones en una plantilla profunda, pero con chicos muy jóvenes que siempre requieren de una dosis de fe ciega.
La primera parte se gastó entre parones, el más largo por culpa de la lesión del árbitro, Gil Manzano, que aguantó como pudo hasta el descanso. Antes, Joselu echó a los parterres de Valdebebas otra oportunidad, esta vez gracias a la potente entrada del escocés Burke por la derecha. “Go, go”, le decía todo el rato su entrenador, el debutante Muñiz.
Benzema, con un fuerte golpe en el hombro, pudo empezar la segunda parte, pero no así Gil Manzano, sustituido por el cuarto árbitro. Tuvo faena pronto, con un gol anulado por fuera de juego que acabó validando el VAR. El sistema dijo que Benzema, el asistente de Asensio, había partido en línea. Desde la grada, Ramos presionaba (“Gol, gol claro”, se le oía), mientras decidía la máquina. Asensio puso sonrisa de niño con la buena noticia. La labor de la jornada parecía encarrilada. Aún apareció Courtois para amargar a Joselu con un paradón a dos manos. El belga ha vuelto agigantado del confinamiento. De sus manos saldrá parte de una Liga que tiene a tiro el Madrid.
Con información de El Mundo