Francisco J. Rosado May
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Dos noticias han dominado el escenario nacional en los últimos días: la captura de El Mayo Zambada y del hijo de El Chapo, Joaquín Guzmán López, así como la entrega de la constancia como Presidenta electa a Claudia Sheinbaum Pardo hace unos días. Estas noticias sobresalen sobre otras como la discusión sobre la reforma judicial y el posicionamiento de los trabajadores de poder judicial, así como el anuncio de la CEPAL sobre la reducción en el pronóstico de crecimiento de México en este 2024.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) anunció el 13 de agosto pasado que la expectativa de crecimiento del PIB de México para este 2024 se redujo a 1.9%. En mayo pasado la predicción era del 2.5%, es decir una reducción de 0.6 puntos. También hizo una predicción para el 2025, el PIB solo aumentará 1.4%, la cifra más baja desde 2020. Dos factores explican el ajuste a la baja; por un lado, la desaceleración económica en Estados Unidos, y por otro lado la desaceleración del consumo y de la inversión en nuestro país (ver artículo de Croda en Proceso del 13 de agosto, 10:51).
Escenario nada halagüeño, menos con la situación de posible escalamiento en la guerra en oriente medio, en Ucrania y en algunas regiones de África, pero especialmente el proceso y resultados de las elecciones en Estados Unidos.
En otras palabras, si bien la economía mexicana refleja procesos globales, no hay nada que impida atender procesos internos que permitan una economía más saludable. Y ahí hay un enorme reto, dadas las condiciones de polarización, violencia, crimen organizado, corrupción, funcionarios sin perfil tomando decisiones cuestionables, estructuras anacrónicas de funcionamiento gubernamental, sistema de impartición de justicia que necesita mejorar significativamente, violaciones a derechos humanos, impunidad, y un largo etcétera.
Para el ejercicio 2024, donde hay un marcado interés en programas sociales y macroproyectos, Hacienda se basó en algunos supuestos. Por supuesto el PIB estimado es mucho mayor que el que expuso CEPAL, y esto es muy serio. Por otro lado, se previó un déficit presupuestario de 1 billón 693 mil millones de pesos lo cual equivale al 4.9% del PIB, como resultado de ingresos presupuestarios estimados en más de 7 billones y un gasto neto pagado de más de 9 billones. (https://www.ppef.hacienda.gob.mx/work/models/7I83r4rR/PPEF2024/oiqewbt4/docs/exposicion/EM_Capitulo_2.pdf). En otras palabras, si no atendemos con seriedad la situación económica, tendremos problemas serios y no hay que esperar a 2025 para que empiecen a notarse.
Puede y debe haber diferentes medidas, unas de nivel macroeconómico y otras de nivel micro y local. Si no están articuladas, el escenario anteriormente descrito será mucho más difícil. La articulación la asegura la política pública pero no es suficiente. Una vez más, como se ha insistido en otras entregas, el perfil y experiencia de los tomadores de decisión es un factor crítico, puede mejorar o agravar la situación.
Por ejemplo, ¿Quién decide y porqué se hace una sola cola en los retenes? No solo hace perder el tiempo a muchos vehículos, sino que hay más calentamiento global y pérdida de tiempo productivo de las personas, miles, quizá millones, haciendo cola. Peor aún, decisiones como estas solo refuerzan una cultura de improductividad y desaceleración de la economía; cambiarlo no es nada fácil. La misma lógica se ve en trámites de diferentes instancias gubernamentales. Una situación no sostenible, debe cambiar.
Es cuanto.