
Redacción/NOTICARIBE PENINSULAR
CIUDAD DE MÉXICO.-Hoy se cumplen 54 años de la matanza de Tlatelolco ocurrida el 2 de octubre de 1968 en la Plaza de las Tres Culturas en la Ciudad de México.
En ese entonces, alrededor 10 mil personas realizaron una manifestación integrada por estudiantes, maestros y otros sectores, quienes buscaban demostrar al mundo la represión de Gustavo Díaz Ordaz, expresidente de México, y quien militaba en el Partido Revolucionario Institucional (PRI) a 10 días del arranque de las Olimpiadas que se llevaron a cabo del 12 al 27 de octubre de 1968.
Sin embargo, elementos del Ejército mexicano, un grupo denominado “Batallón Olimpia”, policías y con el apoyo de 300 vehículos entre jeeps y tanquetas rodearon la zona de la Plaza de las Tres Culturas y atacaron a la multitud.
De acuerdo con la CNDH, Fue la brutal culminación de delitos que podrían ser considerados contra la humanidad, perpetrados desde el gobierno de México en contra de los estudiantes a lo largo de ese año, caracterizados por las detenciones masivas, arbitrarias e ilegales que se realizaron durante este período, y por la planificación detallada y el alto grado de entrenamiento de las fuerzas represivas que participaron en los hechos.
La agresión contra los manifestantes dejó más de 300 muertos, mil heridos y personas desaparecidas.
Tras la matanza de Tlatelolco, las Olimpiadas se llevaron a cabo sin contratiempos en el Estadio Olímpico Universitario de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
En memoria del aniversario de la masacre estudiantil en la Ciudad de México se ha organizado una marcha al mediodía que iniciará en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco, de ahí el contingente saldrá rumbo al Zócalo capitalino. Como ha sucedido en años anteriores, la ruta que tomará es por Eje Central hasta llegar a la calle 5 de Mayo para entrar a su destino.
Hoy en día, la frase “¡2 de octubre no se olvida!” es un grito en contra de la impunidad, el olvido y la amnesia colectiva. Así, lejos de perder vigencia al repetirse año tras año, se ha convertido en un gran símbolo del impacto ejemplar que tuvo en México el movimiento estudiantil de 1968.